martes, 1 de diciembre de 2009

Receta para un mejor clima en la empresa

Política, fútbol y sexo, temas prohibidos en las cenas de empresas
Receta para un mejor clima en la empresa
Las empresas deben cuidarse de prescindir de la cena de Navidad con la excusa de la crisis. Bien aprovechada, es una inversión rentable



NAIARA BROCAL CARRASCO - Lunes, 7 de Diciembre de 2009 - Publicado en la revista correo farmaceutico.

La noticia de que la empresa va a organizar una cena de Navidad para sus empleados puede despertar sentimientos encontrados. Cómo se lo tome uno dependerá en buena medida del trato que tenga con sus compañeros y superiores. Pocas personas son, sin embargo, conscientes de que es en ese momento cuando empieza el evento. "Hay que enfocar la cena con inteligencia emocional", defienden Nuria Sáez y Julián Trullén, de la consultora de coaching & training Logos in crescendo. "La cena comienza antes", defiende Trullén. "De la actitud con la que se vaya a la cena va a depender cómo se pase".

La cena de Navidad empieza antes, ya que depende de la actitud con la que se acuda
"La inteligencia emocional implica conocerse a uno mismo para poder conocer a los demás", señala Sáez, que entiende que una cena de Navidad es una ocasión ideal para estrechar lazos con las personas con las que compartes empresa. Para ello, son necesarias grandes dosis de empatía y "saber escuchar".

¿El resultado? "Te puedes llegar a sorprender", comenta Trullén, que expone que es probable que con la charla encuentres más puntos en común con los otros compañeros o tu jefe de los que se podía esperar. Siempre y cuando para la conversación se elijan temas adecuados. Primer veto: hablar de trabajo. Segundo: criticar a los que no están. "Crea muy mala imagen, además de que éticamente no está bien", destaca Sáez. Política, fútbol y sexo son los temas de conversación que se consideran prohibidos en estas celebraciones, afirma Óscar Porcel, coordinador nacional del área científica de la consultora Adecco Medical & Science. "Yo añadiría un cuarto: trabajo". Empleado y empresa no deben perder de vista que no es el momento de lograr un ascenso ni promocionar a nadie, sino de "crear equipo, generar participación y hacer empresa".

La cena dura los días en lo que se comentan las 'jugadas' más jugosas
Desde Logos in crescendo defienden que una charla que resulta siempre agradable es la que versa sobre aficiones y ocio, la que retrotrae a experiencias positivas y despierta risas, sin herir sensibilidades. "El sentido del humor es básico siempre desde el respeto", apunta Sáez. "No se debe caer en las pullas, en las indirectas ni en decir las cosas con ironía".

El jefe se sienta al lado ¿Qué pasa si el que se sienta al lado es un jefe que impone? "No deja de ser una persona, aunque a veces sea difícil contextualizarle fuera de ese rol", resalta Trullén. Sáez replica que siempre es más fácil entablar conversación "si se es capaz de preguntar. No es necesario llevar el peso de la conversación".

Los roles profesionales no están tan marcados, pero no se puede perder la perspectiva
"Cuando se mezclan jefes con empleados, los roles de empresa no están tan marcados", afirma Porcel. Pero ni se debe traspasar la barrera profesional ni tratar de colega a un superior, ni éste debe abusar directa o indirectamente de su posición de poder en el orden jerárquico.

La responsabilidad de infundir cordialidad debería asimismo recaer en los superiores. "El buen líder ya es consciente de que se debe dar confianza en el entorno de trabajo y se debe situar en una relación de igual a igual con sus empleados".

Se debería intentar no llevar las discusiones del trabajo al terreno personal
¿Qué papel juega en todo esto la empresa? Todos coinciden en que sin duda es en ella en la que recae el grueso de la responsabilidad en el éxito o fracaso del ágape. Favorecer actividades, como concursos, sorteos o gincanas, que fomenten la interrelación del personal es una apuesta segura en favor de crear cohesión entre los compañeros. También apuestan por los mensajes que fomenten el sentimiento de pertenencia, sin pecar de institucionales, largos ni aburridos.