jueves, 2 de diciembre de 2010

La vida sigue su curso… ¡¡ Toma parte y atrévete a bailar con ella!!

La vida siempre sigue su curso, el tiempo pasa y nosotros cada día podemos elegir entre tomar o no tomar parte del mismo.


Participar y protagonizar este devenir es una cuestión de actitud y de algo más…, no podemos permanecer estáticos ante el cambio cuando vivimos sumergidos en multitud de acontecimientos que cada día se nos presentan de forma diferente. Si observamos con precisión la afluencia de estímulos que percibimos día a día, podemos encontrar infinidad de matices, de pequeños detalles, que configuran esta bella danza. Todo está en continuo cambio y evolución, ningún día es exactamente igual a otro, ni una hora es igual a la siguiente, cada día es diferente al siguiente y a su vez a todos los que vendrán… Todo fluye, como el rio que corre en una cascada y que en cada instante se presenta de forma heterogénea. Y si todo fluye, nosotros… ¿Podemos permanecer estáticos en este fluir?

No podemos negar que el cambio exista y que lo impregne todo. Sin embargo muchas veces preferimos permanecer estáticos en este acontecer, o nadar contra corriente. ¿Por qué nos resistimos tanto al cambio?, qué ocurre dentro de nosotros que tira siempre hacia el mismo lado, a la misma rutina, a querer preservarnos y proteger nuestra mal llamada “estado de confort”, y que nos hace olvidar ese flaco favor que hacemos a nuestra propia evolución. Debemos de aprender a abordar a ese gran enemigo de nuestro progreso que muchas veces somos nosotros mismos. Analicemos nuestros propios parásitos que muchas veces se disparan como mecanismo de protección pero que en muchas ocasiones nos paralizan, impidiéndonos avanzar.

Algunas barreras al cambio:

Los hábitos, Nuestras costumbres, nuestras rutinas. A menos que una situación cambie en forma drástica, normalmente todos respondemos a los estímulos en nuestra forma habitual. El hábito puede llegar a ser una fuente de satisfacción para nosotros porque nos ayuda a ajustarnos al mundo, a adaptarnos a él, y nos brinda comodidad y seguridad. Que se convierta en una fuente principal de resistencia al cambio depende de nuestra percepción, de si vemos o no vemos ventajas en ese cambio. Las personas deciden cambiar cuando toman conciencia sobre las mejoras que les ofrece esta nueva dirección. Si quieres vencer esta resistencia, trata de reflexionar sobre todo los beneficios que te brindarán el cambio de hábitos. Busca los motores que te puedan servir como una pértiga para saltar los antiguos hábitos. Proponerte enterrar hábitos insalubres es fácil, pero hay que perseverar, la única forma de reemplazar esos hábitos por otros más saludables es a través de la repetición, de la constancia y de la fuerza de voluntad. Cambiar de hábitos exige desaprender para volver aprender y esto requiere un poco de ganas, tiempo y paciencia.

Temor a lo desconocido: Avanzar en lo no previsible muchas veces nos angustia. Los cambios importantes normalmente siempre traen consigo un elemento de incertidumbre. Atreverse ante lo desconocido es la clave, es difícil aprender cuando repetimos las mismas acciones. Solo hay una forma de aprender y es lanzándose a la piscina, podemos analizar, razonar y verlo todo desde un montón de puntos de vista, pero al final hay que pasar a la acción. Caminar hacia el cambio es salir del pasaje habitual, es coger diferentes rutas, aprender de cada una, vencer esos obstáculos desconocidos y seguir aprendiendo y evolucionando. Salirse del camino puede ser divertido, ¡Atrévete y pasa a la acción!

Temor a perder nuestro poder o influencia: Algunas veces podemos contemplar el cambio como una posible amenaza a nuestro poder o influencia. Pensamos que el cambio nos puede hacer perder puntos ante nuestra posición de fuerza o que puede arrastrarnos a una pérdida de estatus. Podemos creer que el impacto de nuestro cambio en el entorno pueda traernos consecuencias negativas, que si cambiamos puede ser que los demás no me respeten o no me reconozcan. En algunas ocasiones estamos más pendientes del impacto en los otros que en el nuestro. Cuando este cambio forme parte de nuestra evolución personal y si lo hacemos de una forma ecológica, respetando el entorno más cercano, dejaremos de percibirlo como una amenaza. Y automáticamente se reconfigurará como algo necesario que reafirma nuestro poder, nos da seguridad y nos ayuda a engrasar nuestro viejo motor avanzando hacia nuestra reafirmación, a nuestro progreso ayudándonos a desplegar con más fuerza nuestra influencia.

Miedo a equivocarse. A veces podemos tener miedo a equivocarnos, y caemos en la trampa de quedarnos dónde estamos. Muchas veces no estamos contentos con nuestros resultados y nos empeñamos en repetir lo mismo aún sabiendo que eso nos va a llevar a conseguir un idéntico efecto. Esta resistencia normalmente es una resistencia interior, no te permites fallar, crees que es lo peor que te puede pasar y que si fallas nadie te lo va a perdonar. Cuando no nos lo permitimos nos estamos negando el permiso para experimentar nuevas formas de hacer. “Si haces lo de siempre, obtendrás los mismos resultados”. Darnos permiso para fallar, para equivocarnos, es la única manera de evolucionar. Aprender a darnos permiso, perdonarnos nuestros fallos, encuadrarlos como nuevos aprendizajes es la mejor manera para salir de la parálisis ante el cambio.

Todos sabemos que estas barreras existen o pueden existir, nadie lo niega, y que nos pueden impedir en un momento dado florecer. Por ello la clave está en aceptarlas, reconocerlas, hacerlas conscientes, en abrirles un espacio para la reflexión, en tornar la brújula del cambio a tu favor y en aprender a tomar parte de TU vida. Porque la vida sigue su curso… tú puedes cada día sumarte a ella…cada día eliges consciente o inconscientemente el seguir nadando o el quedarte inmóvil contemplando sus cambios. Porque tal y como decía Heráclito “Todo fluye y nada permanece”, no te quedes parado en mitad de tu camino, atrévete a recorrerlo, Tu puedes aprender cada día a bailar con la vida.


Nuria Sáez Lahoz
Directora Escuela InCrescendo/ Cambiologa