sábado, 19 de febrero de 2011

Creatividad y Coaching

Casi siempre asociamos la creatividad a los grandes genios y no nos damos cuenta que todos tenemos un artista interior, en él surge la creatividad en la vida diaria cuando despertamos la curiosidad, la capacidad de admirar y sorprendernos, mirar las cosas desde otros puntos de vista: es decir, ser más flexibles. También la creatividad está presente en la forma en cómo nos relacionamos y “encontramos” con las demás personas, en un mundo mucho más vivo y cambiante, de lo que solemos pensar.


La “Escuela de Pensamiento y Creatividad” nos habla que crecemos al relacionarnos activamente con las “realidades” del entorno creando con ellas formas de unidad cada vez más elevadas. Ajustarnos a estas “realidades” ayuda a nuestro desarrollo personal, lo que implica aumentar nuestro conocimiento sobre ellas y transformar nuestras actitudes. En nuestro interior vamos haciendo descubrimientos para poder realizar verdaderos “encuentros” con otras personas y que además estos encuentros sean realmente fecundos. Se presentan así diversos niveles de realidad y conducta, los dos primeros niveles para mí son fundamentales a la hora de realizar y comprender un proceso de coaching.

El nivel 1 es el punto de partida del resto de los niveles y depende de adoptar una actitud de generosidad o de egoísmo. La actitud propia de este nivel es la de dominio, manejo y disfrute mirando sólo mis intereses, en este nivel sólo importo yo y lo que quiero conseguir, sin tener en cuenta a la otra persona, sin reconocer que es un “ámbito” una “realidad abierta” con sus sentimientos, sueños, proyectos y un mundo a descubrir, es decir donde se de una “experiencia reversible” enriquecedora para los dos.

Si la actitud es de generosidad, entonces pasamos al nivel 2, es el nivel de la creatividad y el encuentro, mi actitud hacia esa “realidad abierta” es la de respeto y colaboración. Es un “campo de juego” dónde hay una retroalimentación fecunda, una creación entre dos seres.

El coaching (que procede del verbo inglés to coach, entrenar) es un método que consiste en ayudar, acompañar y entrenar a una persona o a un grupo a conseguir algún objetivo que les ayude a mejorar o desarrollar una habilidad específica. El coachee (el que recibe el coaching) es quién tiene los recursos necesarios para resolver las situaciones a las que se enfrenta.

Para esto el coach (es quién acompaña al coachee) tiene que estar en su centro, es decir tiene que estar en apertura y disponibilidad para la otra persona, saber escuchar de verdad para poder comprenderla, acompañarla y sostenerla. Si no se corre el riesgo de "empastarse" (término de Creatividad y Valores) y entonces ya no le ayuda, pierde perspectiva y reduce a la persona a ese momento y el coachee es mucho más que ese momento, es más rica, es un "ámbito" y la actitud adecuada es de respeto, estima y colaboración. Estamos en el nivel 2, el de la creatividad y el encuentro, es en este nivel dónde el proceso de coaching dará sus frutos.

El momento en que el coachee se abre, reflexiona y descubre que tiene los recursos necesarios para mejorar, es un momento mágico, según mi opinión, es descubrir, valorar y aprovechar los talentos que Dios te ha dado para realizar la mejor versión de ti mismo.

Poder acompañar a una persona en este proceso, es tremendamente enriquecedor y un aprendizaje.
Saber transmitirle que "Tú me importas" y te dedico toda mi atención, dejando de lado mis diálogos y pensamientos interiores que entorpecen la comunicación, es un acto creativo.

Porque somos diferentes y no hay dos personas iguales, tenemos la posibilidad de que cada encuentro nos convierta en creadores, con nuestra actitud y disposición podremos vivir realmente “experiencias reversibles” con las cuales nos enriquecemos y damos sentido a nuestra vida.


Patricia Martearena Torres
Coach y colaboradora de la Escuela InCrescendo