Coaching para CONECTARNOS con la vida:
Embajadores de conciencia
En este artículo
desde la Escuela InCrescendo abordamos la importancia del conectarnos con la
vida, muchas veces en vacaciones tratamos de desconectarnos de lo que nos
preocupa y eso no nos hace evolucionar, lo realmente importante es CONECTARNOS
con la experiencia, independientemente de cómo sea, para aprender a manejar la vida. Introducimos
el concepto del coaching como un embajador de conciencia, que desde su ejemplo
y presencia inspira a los demás.
Hemos pasado la mayoría las vacaciones y una
de las frases más escuchadas entre las personas que vuelven es “que bien, he
desconectado un montón”. Tradicionalmente, cualquier periodo vacacional sirve
para “desconectar”. Pero ¿desconectar de qué? Si preguntas, la gente se desconecta
del trabajo, de la situación de desempleo, de la crisis, de los problemas
cotidianos, del día a día… Normalmente queremos desconectar de aquellas
experiencias de la vida que no nos gustan y que nos pueden generar desgaste. Además cuando “desconectamos” en
vacaciones buscamos situaciones
“fáciles” en las que no solemos abordar
nuevos retos, situaciones que aparentemente no implican desgaste alguno, y que normalmente no nos hacen evolucionar. La
cuestión ahora es, ¿sirve para algo esa desconexión? Parece que a corto plazo,
el disfrutar de unas horas mas de sueño, de tener otro tipo de actividades, de
tomarnos unas cañitas a la hora del aperitivo, el poder disfrutar de un rato de
siesta o el poder dedicar un rato a bailar por la noche tiene sus efectos… a
corto plazo. Creo que más de uno estará de acuerdo conmigo, que esa sensación
de “desconexión” se vuelve en “añoranza vacacional” a las pocas horas de volver
a aterrizar en “la cruda realidad”. Y
por ello debemos preguntarnos ¿realmente es efectivo solamente el desconectar
para aprender a vivir y a manejar nuestra vida? Si nos ceñimos a su definición,
efectividad es la capacidad de lograr un efecto deseado. Stephen Covey define
la efectividad como el equilibrio entre la eficacia y la eficiencia, entre la
producción y la capacidad de producción. En este sentido, nuestra producción
serían “los días que vivimos sin tanto desgaste” frente a nuestra capacidad de
producción que es vivir la vida sin desgaste.
Si prestamos atención al cociente antes y después de las vacaciones,
veremos que el efecto “desconexión” no mejora ese resultado, luego las
vacaciones no han sido demasiado efectivas.
La raíz de este asunto es que “desconectar “no
es la solución más efectiva. Desconectar
solo nos ayuda a salir de la experiencia de nuestra vida sin haber resuelto el
manejo de la experiencia. Desconectar lo único que genera es una tregua o
aplazamiento de la experiencia. Mi propuesta es que cambiemos el concepto y
utilicemos una parte de las vacaciones y nuestra vida, para aprender a conectarnos. Conectarnos con la vida es
lo único que garantiza que una persona pueda vivir cualquier cosa relacionada
con su existencia. Es lo que garantiza
que podamos aprender a manejar lo que
nos toque vivir en cada momento, venga lo que venga. Luego las vacaciones también
pueden ser un buen momento para
“aprender a manejar la vida”, y
vivir todo lo que tengamos que vivir no desde la desconexión sino desde
la conexión a cualquier experiencia que no toque vivir.
Hay un paradigma que desde mi punto de vista
nos está haciendo un flaco favor a la hora de vivir la vida, muchas personas creen
consciente o inconscientemente, que lo más importante de nuestra vida es ser
feliz. Yo era una de esas. Si quiero vivir feliz, enseguida voy a dividir mis
experiencias entre las que me hacen ser feliz y las que no me hacen ser feliz. Por
una parte, esta felicidad que persigo y que normalmente vuelco en algo externo a mí, suele ser una emoción efímera, pongamos un
ejemplo, en este momento me hace feliz comprarme un coche, ¿cuantos días o
meses dura esas felicidad? Para seguir siendo feliz tendré que generar nuevas
experiencias que me hagan feliz, y esto no tiene fin. Por otro lado, si solo
quiero experiencias que me garanticen ser feliz, voy a huir de las experiencias
que entienda que no me van a hacer feliz, por ejemplo la tristeza, y limitaré mis experiencias y mis aprendizajes de vida.
Por eso hay personas que solo se sienten felices cuando están en vacaciones,
¿es una felicidad real o está basada en el paradigma que muchas personas
comparten de que en vacaciones es imposible no estar feliz? ¿De qué tipo de felicidad hablamos? Y, qué ocurrirá entonces a la vuelta de las mismas probablemente estaré
predestinado a ser infeliz…
¿Es la felicidad el único objetivo en nuestra
vida? Yo os puedo decir que mi propia evolución me ha llevado a desarrollar
otros principios claves que lo amplían y
me permiten estar más conectada, uno de ellos es el que “hemos venido a
aprender a manejar la vida”. Ese principio me ayuda mucho, ya que de partida me
da el permiso para vivir cualquier situación en la vida. Así de sencillo, puedo
vivir momentos de tristeza, ya que me aportarán un espacio para poder
reflexionar. También puedo vivir momentos de miedo, pues desde ahí saldrán las
fuerzas que impulsen mi arrojo y osadía. Y así un largo etcétera.
Para conectarnos hay un primer paso que es
imprescindible, y es ser consciente de cómo estoy manejando la vida, o mejor
dicho, ser consciente de quien está manejando mi vida. Creemos que manejamos
nuestra vida pero en muchas situaciones, agentes del entorno, externos a
nosotros son los que manejan nuestra vida. No hay más que dar un poco de luz o
conciencia a esos momentos que nos generan
incomodidad.
No es fácil que nosotros solos podamos tener
el espacio o el conocimiento de cómo poner conciencia en nosotros mismos. Nadie
nos ha enseñado a ser observadores de nuestra propia experiencia, más bien
hemos aprendido a pensar que hay algo malo dentro de nosotros, siendo realmente
reticentes a convertirnos en exploradores de nuestros aprendizajes.
Por ello muchas veces es necesario que alguien nos acompañe, y ese es el papel del coach. Un coach además debe de ser como
un embajador de la conciencia. Un embajador es un representante de un país, en este caso de una forma de ver
el mundo. Un embajador de la conciencia es alguien que ha vivido ese camino,
que cree absolutamente en el poder de la conciencia y que es capaz de
desarrollar ese concepto en su entorno.
Y para que este embajador de la conciencia sea un buen
embajador es necesario que haya vivido “la toma de conciencia”. Para mi es
clave este concepto, vivir el viaje de
conciencia. Este es un viaje de auto observación de la experiencia. Es un
éxodo a paisajes interiores donde te das cuenta de que tienes todos los recursos
que necesitas están en ti, y que no hay
nadie que te los de.
También te permite darte cuenta que todo lo
que ocurre ahí fuera, está dentro de ti. Que todas las experiencias de la vida generan un modelo del mundo único, pero solo
es un modelo, no la vida. Que cualquier
respuesta que tienes ante la vida depende de ese modelo, de forma que no operas
sobre la vida. Y que ese modelo a través del cuestionamiento se puede abrir a
otras opciones, que las respuestas que tienes ante la vida solo dependen de tu
forma de pensar sobre la vida.
Por supuesto en este viaje te das cuenta del poder del ser humano. De que todos los
seres humanos son potencialmente capaces de hacer lo que su pasión les lleve a
querer hacer, solo tienen que encontrar el método adecuado y dedicarle las
horas necesarias. Y en este camino aprendes a darte cuenta que las cosas mas
“graves” de la vida, la crisis, el paro, la muerte… Lo que lo hacen grave es mi
forma de pensar sobre ellas. Y de que todo en la vida es neutro, que solo mi
forma de pensar, mis aprendizajes les da un sentido más o menos grave. Y
también de que en este viaje de conciencia, solo la conciencia no es suficiente
para abordar una nueva forma de entender la vida, hay que ampliar esa forma de
entender la vida para tener nuevas opciones.
Y así, una vez consciente del viaje te puedes
convertir en embajador de la conciencia y esa conciencia te lleva cada día a
estar más conectado. En el momento en que dejas de pensar sobre la crisis,
empiezas a poder vivir la crisis desde otro punto, puedes entrar en la experiencia, y poder poner todos
tus recursos a tu disposición, y es ahí
donde empiezas a darte cuenta de que estamos en un mundo de infinitas
posibilidades. Solo cuando eres capaz de sumergirte en la experiencia puedes
CONECTARTE con la vida.
Nuria
Sáez Lahoz
Socia
fundadora Escuela InCrescendo